Un día de abril del 2012, pensando en el injusto interés que manejan los bancos, empecé a investigar si existía algún método de ahorro y préstamo alternativo. Parecía raro que no se hubiera desarrollado una forma para que todo fuera más justo o que alguien no tuviera la misma inquietud que yo, y sí, había alternativas y entre ellas, navegando un poco llegué a una idea muy atrayente, que se vendía por sí sola: llegué a este mismo blog en el que estoy escribiendo ahora.
Unos días antes se había hecho una presentación multitudinaria con mucho trabajo por detrás (de todos es sabido que esos años se empezaron a gestar muchas cosas).
Taller de trabajo en Traficante de Sueños que siguió a la presentación en Matadero, Madrid |
La idea se basaba en un modelo utilizado en algunos países del norte de Europa y su principal característica residía en que se daba al dinero su justo valor.
Me dije, ¿por qué no colaborar y ayudar para que sea una realidad?,... ahora mismo sigo implicado, con más ilusión, si cabe, que entonces.
Los impulsores iniciales no sé si pensaban que, 4 años y medio después, esto se seguiría denominando “proyecto”, quizá pensaban que ya se llamaría “cooperativa” o los más optimistas incluso “banco”, pero si de algo nos hemos dado cuenta desde entonces es que estas cosas llevan su tiempo y que siempre hay altibajos...
Se establecieron grupos de trabajo, se probaron varios mecanismos de distribución de tareas, es un proyecto tan amplio y complejo que a veces, incluso así, se volvía inabarcable. Se crearon listas de correo, se utilizaron plataformas de interacción social y mecanismos de debate, se abrieron muchas vías y la participación que era masiva, poco a poco empezó a caer cuando chocábamos con lo que desconocíamos o cuando se requería mayor implicación de la disponible. Y fuimos siendo cada vez menos y la motivación también bajó.
No nos resignábamos...
"Nos cuesta menos unirnos a proyectos consolidados que construir un proyecto de inicio" y "los comienzos de todos los proyectos son complicados", esto es típico pero es así. Tanto lo fue que, un par de años después de aquel grupo inicial ya sólo quedaba una docena, casi los mismos que habían impulsado de inicio, incluso alguno menos. El proyecto seguía suscitando interés, se acercaba gente a las reuniones: a veces para vendernos lo suyo, a veces para colaborar, otras veces venían, se implicaban y cuando veían que era tan complicado de montar que nunca lo conseguiríamos o que el nivel de actividad era tan limitado que no llegaríamos a ningún lado, entonces se iban por dónde habían venido. Seguimos avanzando pero esta vez topamos con la burocracia, y afectó bastante a JAK: el tiempo que pasó para que la administración entendiera lo que traíamos entre manos, nos desesperó y paralizó al mismo tiempo. Y mientras, más gente siguiendo sus ciclos vitales se fue del proyecto y la parálisis total era algo que todos pensábamos pero que ninguno nos resignábamos a aceptar.
Santi
Continúa en... Diario, reflexiones y futuro de un socio JAK (II)
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